jueves, 31 de diciembre de 2009

Q. E. P. D.

Recientemente me encontré con un amigo que no veía hace bastante tiempo, hombre sabio, paciente, generalmente maduro y que siempre se vio tentado a ceder a las presiones de la vida y nunca lo hizo, bueno, no nunca porque de eso se trata la historia, finalmente cedió y vieran ustedes como lo hizo... ¡¡Uf!! Que manera de hacerlo: ordenado como ninguno para expresar sus tribulaciones, su error fue la rapidez, no esperar hasta que su cabeza se hubiera enfriado, de modo que planeó lo que sería su sentencia de muerte.

Redactó en su cabeza lo que él nunca pensó como declaración de guerra, pero así resultó, lo peor de todo es que la mando a un conocido diario y pagó con lagrimas para que fuera notoriamente publicado y, peor aún dio aviso a los involucrados en el asunto... Craso error amigos míos, en este punto es preciso recordar aquella popular frase que reza: "fue como meterles un ají por el poto" (disculpad la crudeza si se han escandalizado, pero así es).

Variadas fueron las reacciones, pero en su mayoría causaron el escozor que la popular citada frase describe, sobre todo viniendo de él, hombre reflexivo y tranquilo, extrañaban y sorprendían sus palabras, pero todos tenemos derecho a explotar alguna vez, ¿o no?

Finalmente me cuenta que para aquellas personas murió, pero debido a los últimos hechos acontecidos llegamos a la conclusión de que fue lo mejor, a veces es mejor morir para algunas personas y de esa forma descansar en paz.

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